
Podríamos definirlos como:
Fort es un rico, mimado de mamá, no definido sexualmente, que vaga por la vida haciendo lo que quiere por el gran poder económico que lo sustenta. Por supuesto que a la hora de referirse al púgil, no hace más que parafrasear ideas ofensivas contra él, por el simple motivo de tener envidia por haber logrado el éxito sin el más mínimo grado de estudio y profesionalismo en el rubro.
La Mole por su parte, es un boxeador, inculto, sin estudio, muy sincero (a veces demasiado), mal hablado y capas de sacarse los mocos frente a una cámara, entre tantas otras cosas. Por supuesto que el púgil no tuvo las posibilidades de estudiar que si tuvo su contrincante Richard, ni tampoco tuvo la suerte de tener padres empresarios millonarios, más allá de que eso no es excusa, ya que hay mucha gente que es pobre y no tuvo posibilidades de estudiar y de igual manera tiene otro tipo de comportamiento y hace todo lo posible para ser al menos gente educada.
Dos polos opuestos que conviven en los medios. Ambos son el fiel reflejo de la decadencia televisiva argentina, que vive y muere por el famoso rating. Ambos son un invento de los medios y son parte de nuestra sociedad. Vemos en Fort el poder, la ambición, el egocentrismo y en Fabio la falta de educación, la sinceridad mal manejada y la pobreza. En el medio estamos nosotros y cada quién sabrá para que polo tirar.
Lo que no vemos es que no son ellos los culpables. Los culpables somos nosotros y los nombrados medios, por ponerlos en un lugar que no deben estar. Es por ello que el tema no es meramente mediático. Va más allá y nos debe hacer reflexionar. Ambos son el fiel ejemplo, de uno de los tantos puntos en los que fallamos como sociedad.
G.Z. www.perroqueladraweb.com.ar